En el recuerdo de la gente, los años ochenta marcaron un antes y un después. Un antes y un después en la forma de entender la vida, escuchar la música o percibir la política. Durante aquellos años, se estrenó una manera diferente de recordar el pasado y proyectarse hacia el futuro. Superado el 23-F y con Felipe González como líder político carismático, había llegado el momento de dejar de soñar con una sociedad más justa y dedicarse a trabajar para construir un país libre y con derechos plenamente democráticos. En aquellos momentos, como decía Miquel Martí i Pol, parecía que todo estaba por hacer y que todo era posible. Y ¿Qué hacían los jóvenes de la época? Clara Usón, autora de Corazón de Napalm, su quinta obra y el último Premio Biblioteca Breve de Seix Barral afirma que «los ‘veinteañeros de los ochenta éramos unos pasotas, sólo nos queríamos divertir, no estábamos politizados ni luchábamos contra la Dictadura, no queríamos compromisos «.
La música, la vida nocturna de Barcelona, ver la salida del sol en la playa, las drogas, el hachis, ‘bajarse al moro’, heroína, el ‘caballo’ y el no pasa nada, fuera los ‘pelmas’ de los hippies del pasado y … el sida … y la muerte antes de llegar a los treinta, en muchos casos, o los cuarenta, en muchos casos más. Clara Usón ha mostrado en su libro la otra cara de unos años que construyeron los tics de ahora, pero con la inocencia de quien aún no había descubierto la otra cara desdentada de la desilusión .