Había mucha gente en la sala del Ateneo de Barcelona donde se estaba presentando el último libro de Flavia Company . Cristina Fernández Cubas, con la pasión del lector satisfecho, describía los 19 relatos que forman Con la soga al cuello, editado por Páginas de Espuma . Iba avisada: encontraría fina ironía, sentido del humor, descripción milimétrica de la sordidez, el punto ácido, la sorpresa, la alegría, la tristeza, el absurdo y la casualidad con que nos sorprende cada día la cotidianidad urbana. Flavia Company declara que escribe para que la amen, para reencontrarse con los amigos durante las presentaciones de los libros. «Si dejan de venir, yo dejaré de escribir», dice. Pero me atrevo a decir que, muy lejos de esta broma amable, continuaría escribiendo en la más completa de las soledades. Cuando se está acostumbrado a ir por la vida diseccionando sensaciones, analizando personajes y describiendo simplemente lo que uno ve o imagina ver, es imposible que se pueda silenciar este impulso. Detrás de cada mujer mayor, hombre joven, chica que se retoca el pelo por la calle, hay una larga vida de soledades, sorpresas, momentos de angustia e incomprensión. Explica Flavia Company que la vida, de repente, se puede convertir en una calle sin salida, en una soga que nos atrapa por el cuello hasta ahogarnos. Un adulterio, una mentira, un descubrimiento, una persona de la que nos tenemos que hacer cargo.
Con la soga al cuello es un libro de relatos independientes y todos ellos juntos forman un mosaico de caras y de vidas, las que se mezclan en el metro o entran y salen de los edificios anónimos de Barcelona. Company, que ha declarado su compromiso con la literatura, explica a sus escritos elementos de la propia vida, la que se manifiesta cada día y a cada instante. Las historias relatadas pueden ser tristes, desconcertantes y curiosas o surrealistas e, incluso, divertidas. También, atendiendo a este compromiso de la literatura con la vida, alguna de las historias te deja con una gran frialdad en el cuerpo. ¿Cómo se ha de digerir, por ejemplo, la miseria disimulada de dos mujeres mayores, o el engaño dentro de la pareja o el taxista que quiere entrar en la vida y la muerte de su pasajero? «Aquí estamos todos», nos dice Flavia Company. Todos podemos ser el héroe, el verdugo y la víctima.
Para finalizar, aquí dejo el inicio del relato Julio Equis : «Todos los viajes de Julio Equis empiezan con un par de palabras, me voy.»
En correcte català: me’n vaig
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Moltes gràcies per la teva correcció!
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