«Silencio», silencio he dicho». Bernarda Alba encierra a sus hijas entre las cuatro paredes de la casa durante los ocho años que debe durar el duelo por la muerte de su segundo marido. El duelo debe ser negro, silencioso, metódico y sin lágrimas en medio de un ambiente claustrofóbico y sofocante. La casa de Bernarda Alba es una obra llena de simbologías, como solía hacer Lorca. El agua, el calor, el blanco y el negro, el caballo y el bastón que representa la dominación de la madre sobre las hijas solteras.
De la mano del director Lluís Pasqual, el Teatro Nacional de Cataluña (TNC), ha estrenado este miércoles su versión de la última pieza teatral escrita por Federico García Lorca antes de ser asesinado. Es un drama en tres actos que Lorca subtituló de una manera que define su esencia: ‘Drama de mujeres en los pueblos de España’. Es emocionante escuchar las bellas palabras de Lorca en la voz de Nuria Espert, Rosa M. Sardà y las actrices que dan vida a las cinco hijas de Bernarda. Pascual ha dado a una de las obras de teatro más impactantes del siglo XX, un montaje vaporoso y efectivo, con todos los símbolos lorquianos y la pureza y elegancia de su poesía. Oí decir a Sergi Berbel, director del TNC, poco antes de que comenzara la obra, que aquel era un momento «histórico». En el estreno del miércoles fue la sobrina del poeta, Laura García Lorca, y seguro que se lo pasó bien y se emocionó, como el público, que se quedó atrapado en la silla, respirando lentamente, atento al drama que se estaba desarrollando en el escenario. La historia es la misma de siempre, imposible cambiar una coma. Pero qué sorpresa escuchar el texto con la cadencia de este reparto. El juego entre el negro de la ropa de las mujeres, la nebulosa, como de visillo, que se articula entre el escenario y el público, el blanco que cada vez es más oscuro, la desesperación del universo femenino, cerrado y tenebroso.
No es la primera vez que la Espert interpreta a Lorca. Ha hecho Yerma, ha hecho Doña Rosita la soltera, ha dirigido La casa …. Precisamente, por haber dirigido ya la obra, costó convencer a la actriz para vestirse de Bernarda. Pero, finalmente, aquí está, a pesar de sus dudas. Le esperan dos meses en el TNC y luego hasta finales de año en Madrid. Alguien, seguramente, se cuestionará, ¿Para qué una obra en castellano en el TNC? Porque el teatro es cultura universal, porque hemos visto Shakespeare en inglés en la Sala Grande y porque no es necesario justificar las bellas palabras de Federico García Lorca subidas en cualquier escenario del mundo . «Sí , déjame decirlo , con la cabeza fuera de los embozos», le dice Martirio a su hermana Adela. Ambas aman al mismo hombre, Pepe el Romano… Vale la pena recuperar esta obra, tan lúcida como lo era su autor, tan contemporánea en su esencia como auténtica en todo lo que tiene de biografía popular. La Casa de Bernarda Alba no se estrenó hasta 1945 , años después de la muerte del poeta . La estrenó Margarita Xirgu en Buenos Aires. En realidad, la gran actriz barcelonesa (maestra de Nuria Espert) había estrenado gran parte de las obras de Lorca: Yerma , La Zapaterilla prodigiosa, Doña Rosita la soltera… El poeta granadino sentía una enorme admiración por aquella actriz dramática y contundente, y también por la ciudad de Barcelona.