Erase una vez Ana María Matute

Era 25 de junio. Acababa de comenzar el verano y todavía no se habían consumido los últimos rescoldos de las hogueras de San Juan. De pronto, se apagó una vela y dejó de fluir aquel manantial luminoso que inventaba historias reales. “Escribir es esparcir lucecitas en la oscuridad”, decía Ana María Matute. Y me quedo…