Era 25 de junio. Acababa de comenzar el verano y todavía no se habían consumido los últimos rescoldos de las hogueras de San Juan. De pronto, se apagó una vela y dejó de fluir aquel manantial luminoso que inventaba historias reales. “Escribir es esparcir lucecitas en la oscuridad”, decía Ana María Matute. Y me quedo de nuevo con este mensaje que dijo al recibir el Premio Cervantes: “Si tropiezan con alguna de mis historias, creánsela, porque me la he inventado”.
Así lo haré, ¡Gracias!
En septiembre aparecerá su última novela: Demonios familiares.