Esta semana ha comenzado la BCNegra, que no ha faltado a su cita ni a su compromiso de situar la intriga, el misterio y el suspense en la categoría de rito ciudadano. El salón de Cent del Ayuntamiento de Barcelona pondrá el escenario visitas tan esperadas como la de la última estrella del firmamento del suspense, Robertto Saviano, el autor de la también cinematográfica, Gomorra. Por cierto que, ya han pasado cinco años desde que murió Manuel Vázquez Montalbán en el aeropuerto de Bangkok. Siempre me ha parecido que este era un final más digno de Pepe Carvalho que de su creador, siempre discreto bajo su pulcra sensatez. Conmemorando este aniversario, estos días de la semana negra, que no ha podido olvidar el rastro de Montalbán, quiere rendir un homenaje a su inspirador y dará su nombre a una plaza del Raval. Hablando de Pepe Carvalho, la entrega del premio que lleva su nombre, es el momento más destacado de la semana de literatura de suspense y este año Roca Editorial y Ediciones B han hecho venir a uno de sus autores fetiche, Michael Connely, para que venga a buscar su galardón. Hoy, que he salido de casa con ‘El Chino‘ en la mano, no olvido que Henning Mankell ya ha recibido el Pepe Carvalho, en un acto que difícilmente podrán olvidar aquellos que lo fueron a escuchar. Un tema aparte es El Chino. En esta ocasión Mankell ha dejado Kurt Wallander en el cajón, pero ha puesto en escena a una madura jueza sueca que llena el relato de nuevas sensaciones. Me pregunto, si Donna Leon se atrevería a salir sin el comisario Brunetti por los sinuosos canales de Venecia.
Una semana muy, muy negra, en Barcelona
La semana de literatura negra de Barcelona da para mucho. Una visita rápida al Palau de la Virreina lleva la mirada del curioso amante de la intriga de ficción a historias muy cercanas y truculentas, las que se pueden leer en algunas portadas de El Caso. Este martes hay una mesa redonda en la Blanquerna sobre este diario de sucesos, que llenó páginas y páginas durante cuatro décadas con crímenes horribles y con una realidad que parecía extraída de la imaginación morbosa de un perturbado. Durante los años del franquismo y años después de la muerte del dictador, una frase recurrente de las discusiones familiares era: «no, si saldremos en El Caso …». El diario era sinónimo de tragedia. Ahora, parte de esta sórdida realidad está expuesta en el vestíbulo de la Virreina con algunas de las portadas más significativas. He copiado algunos de los titulares. Creo que no necesitan comentarios: «El arropiero, psicópata del Puerto de Santa María. Son tantos los crímenes que confesío que ya cuesta Trabajo creerlo«. Un caso de maltrato: «Bilbao: un banquero apuñala a su mujer. Asesinada por unas cebollas«. La verdad es que no tenían reparos por fin de ser breves y explicativos: «Un asesino anda suelto» o «Horror en el cortijo«, sobre el caso del crimen de Los Galindos, que luego Alfonso Grosso convertiría en novela (Planeta). Estas referencias en El Caso me han hecho pensar en Enrique Rubio y en sus conversaciones de antes y después del programa de radio. Ya jubilado desde hacía años, el ‘Comisario’ conservaba las ganas de contar su «timoteca nacional» y era un libro abierto si le preguntabas sobre el sucesos de aquellos años negros de la dictadura en Barcelona. Hace poco murió y no escuché o leí ningún homenaje sobre quién había pasado tantos años en la brecha del periodismo.