El niño que no tenía argumentos

Lorenzo Silva cree que vivimos la banalización de lo que es realmente importante y damos calidad de solemnidad a lo que es insustancial . Por eso , el protagonista de su última novela (Niños feroces,  Destino)  es un adolescente que prefiere leer y sufre con la necesidad imperiosa de escribir aunque nunca logra pasar de las quince páginas. Niños feroces es una historia dentro de otra historia, dentro de otra historia, como las matrioskas rusas. Esta es una novela sobre la escritura , sobre la lectura y sobre la guerra; también sobre los efectos que dejan en la memoria la muerte y la soledad que genera la violencia, la crueldad de las batallas, por más justas que puedan parecer.

Lázaro, piensa que la causa de su problema es la falta de fe en sí mismo, hasta que un día, su profesor de escritura, que también se llama Lázaro, le regala la historia de un otro chico. Jorge García Vallejo, setenta años atrás, había participado en la famosa batalla de Krasny Bor, en el frente de Leningrado. A partir de aquí, los lectores que somos nosotros, viviremos el relato de un capítulo de la segunda Guerra Mundial y también de otros conflictos actuales: la Guerra en Libia, la muerte de Bin Laden, el 15- M … el niño escribe y escribe , y continúa leyendo a Walter Benjamin y Jorge Semprún.

Niños feroces refleja la capacidad de muchos hombres y su afán destructivo. Pero como dijo Robert Graves y recuerda Lorenzo Silva: «la guerra debería ser un deporte reservado únicamente a los hombres de más de cuarenta y cinco años, los José y no David «.

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