Ulises de James Joyce

ulisesLa literatura es un lugar hacia el que vamos una y otra vez. Todos los días, si es posible. Y permanecemos mucho rato entre los libros apilados en nuestra biblioteca desordenada. Pensaba en esto el 16 de junio, el Bloomsday, que se celebra en Dublín desde 1954 y que recuerda aquel día en la vida de  Leopold Bloom que cuenta el Ulises de James Joyce. Creo que no voy a comerme una ración de riñones de cerdo de buena mañana, como es costumbre en estos casos y como hicieron Bloom y sus amigos en aquella jornada histórica para la literatura.

Si me gustara el Whisky, hubiera brindado con una copa de Jameson el día que visité la libreria Shakespeare and Company, una reproducción de aquella que fundó  Silvia Beach (la primera editora de Ulises) a principios de siglo, junto al Sena. También tuve oportunidad de beber un buen trago en Barcelona, cerca del mar. En la Nollegiu, un grupo de locos por los libros hemos leído Ulises  (junto a Xavier Vidal, nuestro librero preferido) y no solos, perdidos en un rincón, sino juntos, comentando y protestando por las dificultades de una obra que inyecta, página a página, la energía de una historia que nos habita.

Ulises se lee y se discute. Nos sentamos junto a sus páginas para rememorar otras páginas,  otras literaturas,  otros días en la vida,  otros amores traicionados,  otras músicas,  otros poemas.

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Entre los años 1919 y 1941 la librería estaba en el número 12 de la calle Odéon, en París. Era un lugar de refugio para escritores como Hemingway, Ezra Pound, Scott Fitzgerald, James Joyce o Gertrude Stein, el alma protectora de la Generación Perdida. Durante la segunda Guerra Mundial quedó destruida y se construyó una réplica exacta en su emplazamiento actual, en el 37 de la calle Bûcherie.

Decía Jorge Luís Borges que la vida es algo más que palabras, son emociones y recuerdos, y que ahí radica la clave para entender Ulises. «Todo lo que cabe en un día es un proyecto casi infinito», dijo. Y ese proyecto infinito cambió para siempre la teoría literaria, la estructura de la novela y hasta el sentido de la ficción. Quien escribe, sabe, y obliga a los lectores a conocer la literatura de antemano. Tristan Tzara, en su manifiesto dadaísta de 1918 reconocía que «hay una literatura que no llega a la masa voraz». En el simbolismo francés el escritor sugiere imágenes que despiertan los recuerdos o la sugestión de las cosas transportándonos a los recuerdos. Muchos ven una clara influencia de Mallarmé en Joyce. ¿Dadaísmo y simbolismo explican la razón de ser de Ulises?  Aunque, al final, el método naturalista también es llevado al extremo.

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En la Shakespeare and Company se puede ver la cama en la que dormía Silvia Beach, junto a su máquina de escribir. James Joyce se pasó horas aquí discutiendo sobre su libro

Joyce no tuvo una vida fácil y la escritura de su obra estuvo siempre transitada por las dificultades y por una necesidad intelectual de ir más allá de la evidencia. Por eso Ulises es un libro que te echa o te sobrecoge. Joyce tardó años en escribirlo y concentró ahí una gran sabiduría.

Innovador, James Joyce, sorprende por sus habilidades literarias, por el conocimiento profundo de la cultura y por el descubrimiento de una nueva manera de contar que todavía hoy no hemos terminado de asimilar.

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