Son poemas en prosa de Incendio mineral, de María Ángeles Pérez López. Acentos y literatura. Simplemente leo y me quedo asombrada por el poder de las palabras. No necesito decir nada más. «No sé a cuál de sus exigencias obedezco».
«No es cierto que sean cáscaras vacías: son vísceras y plasma en la transfusión que cede cada uno de nosotros.
Cuando va a amanecer y salimos desnudos a la habitación más fría del idioma, entregamos materia y ADN.
La luz parece tan solo una escaramuza y los hospitales todavía no apaciguan el pavor, pero nosotros ya avanzamos por corredores simétricos y grises con un hilo de sangre de la mano, como si Ariadna hubiese decidido no llamarse Ariadna sino Penélope y tejer toda la noche su condena. Como si ellas dos se hubieran abrazado en la temperatura del temor y hubieran recordado que la sangre es un hilo que cose cada parte de su cuerpo: un riñón sobre el otro en la diálisis; las dos clavículas como dos mariposas atrapadas que el esternón clavó contra su tórax: un ovario que llama al otro en las veintiocho ocasiones en que la luna gira alrededor; o el agua en los pulmones del ahogado. Como si las dos fueran una: solo un hilo.»
María Ángeles Pérez López es poeta, nacida en Valladolid. También es profesora titular de la Universidad de Salamanca.