Como hay una palabra para definir esta obsesión, divertimento o ciencia que analiza el séptimo arte, voy a utilizarla, aunque sólo sea una vez: cinéfilo. Este tipo de seres humanos están repartidos por todo el mundo y obedecen a las mismas neurosis y manías. Decir Richar Burton, Ava Gardner, Liz Taylor, Deborah Kerr o John Huston es como citar los ingredientes de un menú de gourmet.
La noche de la Iguana es uno de esos clásicos mastodónticos que conviene ver a oscuras y renunciando totalmente a las palomitas. Esta película de 1964 está basada en una obra de teatro de Tenesse Williams. Esto quiere decir que detrás de cada gesto y de cada palabra hay un pensamiento que trasciende, que deja al espectador clavado en la butaca, todo para ver un exreverend alcohólico, una mujer que esconde su falta de amor en el sarcasmo, otra que nunca se ha enamorado, una adolescente procaz y caprichosa y un poeta viejo que compone desde hace veinte años su último poema. El escenario: un hostal perdido en la selva mexicana …
Si os gusta o puede que os guste algún día el film, os interesará también la novela de FG Haghenbeck, Trago amargo (Roca) donde asistimos a las peripecias de un guarda jurado o más bien un detective o algo similar, que va a parar el rodaje de La noche de la Iguana en Puerto Vallarta. Se supone que es un trabajo tranquila y sin dificultades. Pero las cosas se complican … Indio Fernández le propina un puñetazo. Sue Lyon, Gardner, Burton, los ojos turquesas de Liz Taylor, el alcohol y más alcohol … Un libro diferente.
Un aliciente más. Antes de comenzar cada capítulo Haghenbeck nos dice la receta de un cocktail : la de un buen dry Martiny, una margarita o tequila con algo más.