No acceptar les condicions del silenci

¿Qué pasa cuando el periodismo es algo más que un entrar y salir de la oficina, un leer y transcribir los resúmenes de las agencias y un escuchar y recoger fielmente las palabras de los políticos los congreso de los diputados y el parlamento? ¿Qué pasa si la nómina de final de mes o la paga extra de Navidad no es la auténtica recompensa de un periodista? ¿Qué pasa si la angustia profesional no es una falta de ortografía al titular, ni una frase mal construida en el párrafo tercero?.

Para muchos profesionales del periodismo de todo el mundo, despertarse cada día es el premio.  Publicar y estar al servicio de la libertad de expresión es el privilegio. Decir la verdad sobre todo lo que ve es su razón de ser. Aún hoy en día mueren en la calle profesionales de la información que no han aceptado las condiciones del silencio.

Guillermo Bravo Vega, de Colombia o Marlene García-Esperado, de Filipinas, murieron por ejercer su profesión. Y también Anna Politkovskaya, quien durante años había sorprendido al mundo para continuar viva a pesar de sus constantes críticas sobre las actuaciones criminales en Rusia. Finalmente, cuando trabajaba en un reportaje sobre las torturas que el ejército llevaba a cabo a Chechenia, en 2006, la mataron a tiros en la puerta de su casa.

El periodista, Manik Chandra Saha , de Bangladesh, fue brutalmente asesinado en la calle de su ciudad. Antes de morir, dejó muchas palabras y frases como éstas: «si utilizan el secuestro y el asesinato como armas, si roban la tierra y nadie consigue explicarlo en el mundo, sus maldades se mantendrán en silencio».

Matar a un periodista (Los libros el Lince) del neoyorquino Terry Gould, destapa a nuestros ojos como han finalizado las carreras de periodistas que sólo querían explicar todo lo que sabían. Con la muerte del periodista, en muchos países del mundo se perpetra «la forma definitiva de la censura de prensa, que elimina el problema inmediato y intimida con frecuencia a los demás y hace que se mantenga en silencio» y lo hacen con auténtica impunidad.

Dice Joel Simon, director ejecutivo del Comité para la Protección de los Periodistas: El libro de Gould «nos recuerda que el periodismo puede ser un oficio muy bonito y cargado de significado, que su capacidad de combatir la injusticia es enorme y que en todo el mundo siguen habiendo periodistas dispuestos a dar su vida para contar la verdad «.

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