Medea, la transgresión de lo más sagrado

«Lo único cierto es que a menudo imagino que vuelvo», escribe Javier Cercas en uno de sus artículos recopilados en La verdad de Agamenón. Y lo cierto, para mí también, es que muchas veces me imagino caminando de nuevo bajo el intenso calor del mes de julio, escuchando el sonido que producen con el pico las cigüeñas: tac-tac-tac. Me gusta volver a mirar el cielo azul, impoluto, de Extremadura y observar desde el Puente Viejo de Badajoz el Guadiana, plagado de nenúfares que ciñen sus raíces entre las piedras centenarias, como si estuvieran completamente seguros, el rio y el puente, de que el tiempo y las temperaturas no van a poder con ellos.

Medea en Mérida

Medea en el Teatro Romano de Mérida el 3 de julio de 2015

Es el inicio del verano y me satisface pensar que el calor no me da miedo. Así que después de dejar atrás las murallas de la Alcazaba, me voy a Mérida y espero junto a las paredes frescas del Museo de Arte Romano diseñado por Moneo (con el recuerdo del sabor intenso del jamón recien cortado de la cena) a que llegue la hora indicada para adentrarme entre las piedras romanas del teatro. Ni cerca ni lejos de la arena del escenario: en la cava baja, hacia el lateral izquierdo. Son 63 metros de longitud, 7,5 de ancho y 17,5 de alto. Vale la pena llegar antes para disfrutar de la magia y la grandiosidad de este teatro.

Puntual Medea, de Eurípides y Séneca (en recreación libre de Vicente Molina Foix y dirección de José Carlos Plaza). La obra ha estrenado la 61ª edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Y allí nos encontramos a una Ana Belén trágica poniendose en el alma turbia del personaje. La Medea bruja, la Medea asesina de sus hijos, la Medea que siente la traición como el inicio del fin de su mundo. Es lo femenino frente a lo masculino, la desesperación ante la pédida de la identidad, del ser uno mismo.

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El escenario del Teatro con el decorado para Medea

Jasón separa a la joven Medea de su reino y de su familia. Pasados los años, decide repudiarla para empezar él una nueva vida junto a Creúsa la hija del rey Creonte. Medea se venga entonces y transgrede el orden masculino y el alma femenina matando a Creúsa y a sus hijos, lo más sagrado, que son, en realidad, el linaje, la estirpe del marido. De esta manera se recupera a sí misma, lejos de la mentira y la ambición.

Medea se ha representado 18 veces a lo largo de la historia del Festival. La primera fue en 1933, con Margarita Xirgu como protagonista.

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