No puedo evitar imaginarme al comisario Kostas Jaritos con el mismo aspecto de Petros Márkaris. Lo veo recorrer las calles atestadas de tráfico de Atenas, subido en su nuevo Seat, impotente ante las constantes concentraciones de gente indignada por los recortes de la crisis en la plaza Sintagma. Americana azul, camisa oscura y una mirada irónica e irreverente detrás de unas gafas de montura dorada. Siempre pensando en cómo salir de la encrucijada.
La imagen de Márkaris ha quedado marcada por su personaje, creo. No es la primera vez que sucede ni será la última, afortunadamente para los lectores. Por eso fue una alegría ver a Petros Márkaris sentado en la libreria Negra y Criminal de Barcelona, firmando sin parar durante horas la última entrega de la trilogía de la crisis en Grecia y en toda Europa. Pan, educación, libertad quiere cerrar un ciclo, el de una nueva tragedia griega, una guerra moderna que quiere acabar con el nuevo mundo que nos habíamos construído en Europa.
«Pueblos unidos contra la troika». Este texto, escrito en un trozo de cartón presidiendo un mesa llena de Kalamatas, baklabas y las hedónica uvas que en Atenas adornan cualquier terraza del Plaka, el barrio de los dioses. No puedo evitar la tentación de picar algo mientras escucho conversaciones de algunos lectores sobre cualquier otra novela de la librería. Se nota que allí se sabe de lo que se habla. Así que, con el todavía oloroso Kanenas en la memoria, me voy en cuanto puedo y me pongo a leer.
«Lo sostiene en la mano izquierda mientras la palma de la mano derecha se desliza suavemente sobre él, como si quisiera alisar un papel arrugado. La mano le tiembla al tocarlo.
-¿Podéis creéroslo? Llegué a echarlo de menos-murmura. Lo que tiene en la mano es un billete de mil dracmas».