
«Soy una persona feliz cuando escribo», ha dicho Joyce Carol Oates, la escritora norteamericana que ha sabido explicar realidades sórdidas a un público que lee sin problemas de cansancio novelas tan buenas como voluminosas. ¿Quién dijo que, en la actualidad, el lector espera especialmente historias breves, de las que se pueden leer en el trayecto de un medio de transporte? Alguien lo dijo. Pero la realidad es que los más famosos best-seller cuentan sus páginas de 600 en 600, y se devoran como si fueran lobos intentando dominar una jauría.
Joyce Carol Oates es otra cosa. Disfruta escribiendo, como dice ella, y no se detiene ante nada que pueda parecer virulento. Ahí está Blonde, que fue llevada al cine finalmente y que narró el mundo amargo y alcoholizado de una estrella de Hollywood que nunca pudo o supo disfrutar su fama y su riqueza, Marilyn Monroe. Eso es, precisamente, el tema que aborda la vieja Carol Oates en Babysitter: que no hay riqueza en el mundo que perdone la felicidad.
Especialmente los más afortunados son los que menos disfrutan sentándose ante sus acaudaladas mesas con sus ricos manjares. ¿Por qué? La respuesta no puede estar del lado de los lectores. Los que leen no juzgan, afirmo sin sentirme culpable. Pero los argumentos y las dudas difícilmente van a llegar a ningún sitio que no haya sido trazado por un autor.
En Babysitter, Joyce Carol Oates, cocina con muchos ingredientes una historia que desequilibra al lector. Desde el primer momento se huele el desastre bajo la batuta de un narrador que lo controla todo, que opina y se desespera. ¿Para qué utilizar el método de la contención? No hace falta. Si quieres ir al centro del problema tienes que entrometerte, porque, de lo contrario, podría parecer el caso de una mujer desequilibrada. ¿Y no lo es? Puede ser que sí, pero ¿Qué culpa tiene ella?
Todas las culpas.
Solo hay que imaginar el mundo privilegiado de la burguesía racista y machista de Detroit de principio de los años setenta. En ese contexto, cabe pensar que la mujer que deambula solitaria por los pasillos de un hotel de lujo subida en sus stilettos caros y que guarda tesoros en un bolso de Prada de primer nivel, sea la culpable de todo lo malo que pueda pasarle. ¿Qué hace allí, buscando la pasión incontrolada?
Mientras tanto, en la ciudad, un asesino en serie mata a niños blancos con toda impunidad.
Babysistter
Joyce Carol Oates
Ed.: Alfaguara
Pág. 497
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