En un mundo en el que la cualidad que más se valora es la velocidad y los conocimientos para contabilizar el gasto del tiempo, Hiromi Kawakami decide detener todas las expectativas prácticas de la vida moderna y se pone a navegar siguiendo sólo el ritmo de su personal calendario. Todo se valora según las necesidades del día y sabemos que el tiempo pasa si vemos crecer los cerezos o si se tienen que cortar las ramas secas en invierno. El cielo es azul, la tierra blanca (Acantilado) es el primer libro traducido al español de esta escritora japonesa que ya ha recibido algunos de los premios más prestigiosos, como el Tanizaki, y se ha convertido en uno de los autores del Japón más leídos. El cielo es azul, la tierra blanca se titula en japonés El maletín del maestro. Dentro del maletín está el secreto de un amor imposible.
Esta es la historia de dos personas con una gran diferencia de edad pero también con una gran similitud en los conceptos. Tsukiko tiene 38 años y lleva una vida solitaria. Ella cree que no está dotada para el amor, hasta que un día se encuentra en una taberna a su viejo profesor de japonés. Ambos son unos solitarios y juntos encontrarán un mundo entero para compartir. Me ha sorprendido como se explica Tsukiko su nueva situación, como vive con naturalidad la soledad y también la compañía, el paso de las horas y los cambios viscerales que producen los sorbos de sake en el organismo. Con ellos comemos y bebemos; paseamos por los mercados y dejamos pasar los minutos que quedan para comenzar un nuevo día.
Robert Saladrigas ha escrito sobre esta novela de poco más de 200 páginas que es «tan carnal, bella y estimulante para el lector, que no exige ser más explícita. Su misterio recae sobre el extraordinario poder alusivo de la escritura, legado de los grandes artistas de la narrativa japonesa moderna «. Yo diría que tampoco se aleja excesivamente Kawakami de sus clásicos, como Yukio Mishima, a quien, por cierto, otro japonés muy conocido en nuestro país, Haruki Murakami (que despierta grandes fobias en su país) no tiene precisamente en un pedestal. Los dos adolescentes que contemplan la tormenta desde el faro de la pequeña isla en El rumor del oleaje y el olor a mar que se respira entre las palabras de Mishima, me ha recordado bastante la frescura de la madrugada y la oscuridad de la soledad que explica, con la cadencia de un paseo, Hiromi Kawakami.
Lo acabo de leer ! Gran descubrimiento! Gracias, Isabel.
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Me alegro, Ana.
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