Yo escribo libros sobre la familia, decía Ignacio Martínez de Pisón en la presentación de su última novela, La buena reputación. Ahora, cuando ya está inmerso en otra novela y en otra familia, recibe el Premio Nacional de Narrativa, y eso significa que «te toman en serio» -ha comentado el escritor.
En los años 70 Penguin publicó el desconcertante ensayo de David Cooper, La muerte de la familia, y llegó poco más tarde a nuestras librerías de la mano de Paidós. Este revolucionario manifiesto en contra de la familia tradicional cuestionaba todos los valores deterministas y opresores de la familia y proponía crear otros patrones más auténticos. La opresión del fuerte sobre el débil, del Primer Mundo sobre el Tercer Mundo.
La buena reputación, en Melilla
Me parece un referente ciertamente curioso para una historia que pretende recuperar el pasado para reconocer el presente de una ciudad española, Melilla, que se encuentra entre dos mundos: Europa y África. Martínez Pisón dice que el origen de La buena reputación está en la curiosidad que sintió por un lugar que estaba en la penumbra. Y recupera la memoria de un tiempo a la antigua usanza, la que se remonta a los escritores del XIX. Algunas novelas escritas hace dos siglos, en estos momentos son de más actualidad que otras que solo tienen diez años-dice. Martínez Pisón no tiene miedo a escribir un libro de más de 600 páginas y espera, por lo menos, no aburrir a un lector que deberá invertir muchas horas de su vida en llegar hasta el final.
En La buena reputación se recupera el momento en el que un grupo de españoles deben regresar a la península después de la descolonización del protectorado de Marruecos. Esta situación histórica se revisa a través de las vicencias de una família que, según su autor, reproduce comportamientos míticos del antiguo testamento. Quería contar la historia de una herencia familiar, la que impone los destinos a sus herederos.