Los recuerdos del futuro de Siri Histvesdt

Siri Hustvesdt sorprende nada más verla. En cualquier artículo, entrevista o crítica literaria, leemos alusiones a su físico o al hecho de compartir su vida con otro escritor (Paul Auster). Entiendo que esto debe ser cansino para cualquiera, aunque lo que se diga sobre una vaya seguido de constantes signos de admiración. Pero, si, hay cosas mucho peores que las constantes preguntas sobre sus ojos azules profundos; su pelo rubio, casi blanco, su origen noruego o los 1,82m de altura con los que sobresale por encima de las cabezas en una multitud. Tal vez por eso, y por otros motivos relacionados con la vida durante su infancia o adolescencia y su modo particular de ver el mundo, la escritora norteamericana no para de hacer referencias a temas como el límite de las fronteras entre el cuerpo y la mente, las diferencias entre lo masculino y lo femenino o la necesidad de explorar territorios desconocidos, algunos de ellos más allá de las fronteras de lo terrenal.

En Los recuerdos del futuro (Seix Barral), Siri Hustvesdt realiza un itinerario por las luces y las sombras (la mayor parte sombras) de los años de una estudiante sureña en Nueva York. Esta gran ciudad, el sueño de todo estudiante o intelectual de cualquier parte del mundo, no es un lugar fácil, especialmente si te falta el dinero. Pero para una joven, tenga o no tenga pesadillas, con deseos de hacerse escritora, curiosidad por los misterios y avidez de experiencias nuevas, las calles atiborradas de un Nueva York oscuro pueden amenazar con abundantes peligros, pero también miles de promesas literarias y artísticas.

La joven estudiante se declara fascinada por George Elliot, Simone Weil o Djuna Barnes. Mientras tanto busca un trabajo que la libere de la precariedad económica o escucha  intrigantes voces en el apartamento de al lado, a través de la pared. Los vecinos no siempre son lo que parecen y se necesita tiempo para descubrir los secretos de unos personajes como salidos del mundo irreal de los cuentos. Literatura, filosofía y realidad: ingredientes necesarios para una historia que vive de sus orígenes, pensando en el futuro.

«Una pobre chica enamorada e impaciente» que promete leer, leer a Foucault, Derrida, Lacan, Kristeva, Barthes, y mucho, mucho más.
Me figuro que, si alguien se hubiera molestado en mirar a cara de la joven, aunque solo fuera un instante, habría visto esperanza en ella.

pág 45 © Siri Hustvesdt

pág 45 © Siri Hustvesdt

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