La mirada de Clarice Lispector

De pronto se topa una con un trozo de literatura antiguo, nuevo. Escrito en el tiempo, en las hondonadas de las páginas. Clarice Lispector nos mira desde su tiempo perdido y desde allí transmite el sentido de la vida que captó, como si fuera una mariposa. Las atrapaba, las observaba, las manejaba «como estalactitas», diría Neruda, a las palabras.

Dijo Clarice Lispector que la obra que más quería de las que había escrito era El huevo y la gallina, porque no la acababa de entender del todo. «Miro el huevo con una sola mirada. Inmediatamente advierto que no se puede estar viendo un huevo». La literatura de Lispector sale de los sentidos y de lo más profundo de sí misma. Ella decía que el fondo de sus historias se entiende o no se entiende. Está ahí para todos, pero el sentido, aquello que está arriba y abajo, en los lados y en todas las esquinas de lo relatado, solo llega a algunas personas. De todas maneras, «no es cuestión de inteligencia»-aseguraba. Hay personas que entran en contacto con sus novelas y sus cuentos, otras no. Lispector creía que algunos jóvenes universitarios la entendían mejor que sus profesores. Será porque ella pensaba que escribía de una manera simple, y tal vez era recibida «de manera complicada». 

Sobre sus maestros, los que la influyeron, Lispector no mostraba con claridad unas preferencias. Mezcló mucho. Mezclaba la novela rosa con Dostoievski. Escogía los libros por los títulos, explicó en alguna ocasión. Le impresionó especialmente El lobo estepario, de Herman Hesse. Leía de todo y el espacio de su literatura se lo debemos a su propia originalidad.

Jorge Carrión citó en un artículo para The New York Times, unas palabras reveladoras de Clarice Lispector: “Pero ya que hay que escribir, que al menos no aplastemos con las palabras las entrelíneas”. En este artículo Carrión cuenta los entresijos de la biografía de Benjamin Moser, Por qué este mundo (Siruela), necesaria para entender a la escritora.

Clarice Lispector y sus personajes buscan, huyen, se preguntan sobre una realidad que los angustia muchas veces. Es Brasil, es Ucrania, es el mundo. Es un viaje interior hacia la apasionante búsqueda de su obra. Hacia su mirada.

«Mirar es el instrumento necesario, que, después de usarlo, tiraré», dice Lispector en El huevo y la gallina.

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