Se ve que seguía dentro de mi objetivo lunático. No me había dado cuenta hasta ahora, cuando he vuelto a poner los pies en el lugar acostumbrado. Acabo de hacer un viaje intergaláctico. La Luna siempre te presenta sus oportunidades y te deja soñar todo el tiempo que quieras, hasta que llega el momento que se ha de hacer el equipaje y salir de viaje al mundo real: el de los aeropuertos y las autopistas, el de los barcos y las estrellas que se hacen volar a playa. Por eso he empezado a pensar, siempre pienso, pero ahora más en serio, en algunas historias que tengan la facultad de girar la cabeza al revés y de poner en cuestión el rumor de la conciencia. Pero, ¿qué dices? Si durante el verano la gente sólo quiere distraerse !. Esta parece una norma no escrita que mucha gente acepta. Como si leer se pudiera extrapolar a la versión entretenimiento–canción del verano y tuviera que aparecer en plan tortura alienígena aquella amenaza del equilibrio hormonal llamado Dann, Georgie Dann. (inciso: ¿Aún deben tragarse los pobres niños y adolescentes de ahora esa mezcla entre humor troglodita y diarrea mental que decía Bailemos el bimbo, Bimbó¿). Bueno, dejemoslo.
La cara de Salander
Durante los últimos meses, millones de lectores han coincidido con una misma trilogía de títulos. ¿Cómo no hablar durante el verano del éxito editorial más grande de los últimos tiempos? Por cierto, hay críticos que han visto una bajada en la tensión argumental de La reina en el palacio de las corrientes de aire (Ediciones 62 / Destino), en contra del buen clímax que se respiraba en los anteriores. Pero eso ya no importa ahora, porque incluso los detractores coinciden en admitir la fuerza que ha dado esta trilogía el mundo editorial. Por cierto, parece que los padres de Stieg Larsson están ganando la batalla legal por los derechos de autor … y el diseñador.
Las noticias sobre el ‘fenómeno Larsson‘ interesan. En Argentina causó una gran sensación saber que su compatriota, la modelo Tamara Villoslada, había servido de inspiración al diseñador de las cubiertas de los libros para las versión castellana y catalana de Millenium. Villoslada había inspirado su pareja, el pintor catalán Gino Rubert. Él soñaba con pintar mujeres dominantes, perversas y seductoras … Y hizo toda una serie. Tiempo después, cuando la pareja ya se había separado, la Editorial Destino encargó a Rubert las cubiertas de sus novelas desconocidas y él hizo una versión pasada por Photoshop de unas antiguas ilustraciones, donde salía su ex. Obviamente, el éxito fue toda una sorpresa.