En tiempos de crisis, la memoria es lo último que se debe perder.
Es curiosa para mí esta noticia. Consumí muchas horas de mi adolescencia escuchando las canciones de Lluís Llach, no supe encontrar en mis 15 años otro cantante, vivo o muerto, que pusiera banda sonora a la característica melancolía que nos rodea a todos durante esta época de la vida .
Fueron 40 años de carrera. Ahora sabemos que Lluís Llach ocultaba otras facetas y no sólo la de excelente elaborador de vino DO Priorat. A partir del mes de febrero conoceremos una revelación inesperada, la primera novela del artista ampurdanés, definida por sus editores como «una historia cautivadora y muy bien trabada, llena de episodios de un impacto extraordinario». Se dice Memoria de unos ojos pintados y cuenta la historia de dos chicos y dos chicas nacidos en 1920. Todos ellos crecen juntos en el barrio obrero de la Barceloneta y empiezan a descubrir el mundo en un ambiente humilde y libertario, la proclamación de la República les abre nuevas ilusiones y esperanzas. Pero todo quedará marcado finalmente por la Guerra Civil y el franquismo. Las historias de amor y de amistad se perderán de manera trágica y sólo pasados muchos años, el viejo Germinal explicará toda la historia a un joven director de cine.